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Manuel Martínez Sospedra |
Los partidos contemporáneos se han transformado profundamente, hecho que ha comportado el paso del los "partidos de masas" (fueran de derechas o de izquierdas) a "partidos de masas electorales", donde el resultado electoral ha pasado a convertirse un fin en si mismo, no un medio.MARTÍNEZ SOSPEDRA, Manuel:
Introducción a los partidos políticos.Ariel Derecho.Barcelona 1996
CORTÉS, Pilar Cortés:
Com es financen els partits polítics.Eumo Editorial. Al dia. Vic 2008
Els partits de massesSon partidos de afiliación, con un fuerte componente ideológico, importantes lazos organizativos verticales donde la dirección del partido tiene una posición preeminente. Se dirigen, sobre todo, a un electorado fiel y se finacian con las cuotas de la afiliación i actividades colaterales.
Estos partidos han ido evolucionando hacia los llamados "partidos de masas electorales". El SPD alemán seria el pionero en Europa. Este partido, que aspiraba a ser un
Volkspartey (partido del pueblo), participó en la Gran Coalición (con el soporte de los liberales) obteniendo un importante control del estado federal.
Els partits de masses electorals (catch all)Aquests "partits de masses" han evolucionat vers el que Martínez anomena ", "partido electoralista con débiles lazos organizativos verticales y que se dirige sobre todo a un electorado de opinión (...) Resultan típicos de la moderna política europea y, aún cuando cuentan con una estructura interna similar a los partidos de masas, su ideología está escasamente definida, su disciplina con frecuencia carece de rigidez, y en el caso de los partidos de orientación conservadora la dirección se encuentra confiada a un grupo de "notables". Este tipo de partidos pretenden obtener una adhesión poli o interclasista y para ello postulan programas de intereses muy variados e incluso teóricamente contrapuestos.
Característiques dels partits de masses electoralsLas consecuencias del predominiode los partidos de electores
El partido
catch-all y su predominio, ha sido en parte una respuesta a la necesidad de adaptarse en unos casos ala política de masas y en otros de la conciencia de la necesidad de ampliar el propio electorado más allá de las fronteras confesionales (como en el caso de La CDU alemana, marcando una diferencia esencial con el viejo
Zentrum) o de clase. Pero también ha sido una respuesta al cambio delclima político consecuencia de los cambios sociales acontecidos en Europa occidental después de 1945 y, en especial, desde los anos cincuenta.
Su adaptación a una sociedad de masas, que cuenta con movilidad social, la democratización
del consumo, la dulcificación de las fracturasde clase y la suavización de los conflictos de tal tipo, etc.,es innegable. De modo resumido, el predominio de los partidos de electores ha supuesto dos tipos de consecuencias: directas e indirectas.
Consecuencias directas
- Una disminución de la capacidad de los partidos para encuadrar un electorado a la vez socialmente más complejo y menos susceptible de regimentación, y con ello, una disminución, en no pocos casos radical, del peso y la importancia política de los afiliados y de las organizaciones elementales del partido.
- Una dificultad creciente para controlar a un electorado progresivamente más complejo y cada vez menos encuadrado, lo que se traduce tanto en el incremento del «voto flotante» como en el debilitamiento de la identificación de los electores con «su» partido. Lo que tiene, a su vez, un efecto de retorno: el aumento de la incertidumbre que debe afrontar la organización y sus dirigentes. En otros términos, incluso en el caso de los partidos fuertemente institucionalizados, el voto fiel disminuye, tanto en términos relativos como en términos absolutos, con lo que la parte acotada del territorio de caza, aunque siga teniendo un papel esencial. tiende a reducirse.
- La edulcoración del mensaje ideológico de los partidos y su progresivo desplazamiento por una mixtura de ofertas políticas pragmáticas y de estetización comercial de la política como espectáculo, que conducen a una determinada forma de afrontar las contiendas electorales: en términos de imagen. Lo que, a su vez, tiene como efecto de retorno el debilitar la identificación de partido e incitar la volatilidad electoral.
- La tendencia al predominio de los profesionales reclutados para las actividades politicas y al papel de los expertos, cuyo papel es creciente en el diseño y aplicación de las políticas del partido, y de los electos como expresión de la imagen pública del partido, que, en el extremo, lleva a la personalización del liderazgo partidista.
Efectos negativos
- El partido de electores minimiza la importancia dela afiliación y disminuye fuertemente la importancia política de los afiliados y de su aportación al partido. En el extremo, que no es raro en los partidos españoles-, la afihactón carece de otra significación social y política que vaya más allá del campo de lo simbólico. La consecuencia necesaria es un descenso notable del grado y la amplittud de la participación política de los ciudadanos. En la medida en que el modelo se impone, las oportunidades efectivas de que dispone el ciudadano para participar en la vida pública con algo más que su sufragio se reducen drásticamente.
- El partido de electores es el instrumento idóneo para la configuración de una democracia elitista en la que las promesas panicipativas que constituyen el acompañamiento necesario de la vida democrática no tienen otro papel que el de ser defraudadas. El partido catch-all reduce drásticamente el espacio destinado a los polticos amateurs y a los ciudadanos con cierto nivel de conciencia polflica. Y al hacerlo mutila la democracia y erosiona la comunicación que debe existir entre dirigentes y dirigidos, electos y electores.
- La vida política se hace opaca para el ciudadano. Al producir el predominio del político profesional y encerrar la polftica en una élite (no es casual la resurrección exitosade la teoría de la "clase política" y su corriente uso en los medios de comunicación), ésta adopta el lenguaje y los modos de los expertos y se hace progresivamente incomprensible para el ciudadano común, que apenas tiene el recurso de informarse y formar su opinión mediante el contacto con los afiliados, a menudo tan ajenos como él a los procesos de toma de decisiones y a las razones que producen éstas. La opacidad conlleva incomprensión y extrañamiento y, como mecanismo compensador de carácter vicario o ficticio, constituye un nada despreciable estimulo a la "fulanización" de la vida política y de la imagen socialmente percibida de las organizaciones partidarias.
- El descenso de la importancia de la afilioción conduce al descuido de ésta. Los miembros efectivos, los militantes, tienden a cerrar el partido sobre sí mismo y constituir un grupo cerrado cuyo acceso es epsisódico y difícil. Al haber perdido una parte importante de su fuerza la comunidad de ideas, y con ella las retribuciones mediante recursos de identidad, tienden a pasar a primer plano los incentivos selectivos. En estas condiciones, la apertura a nuevos militantes significa un incremento de la competencia por esos incentivos, que es rechazada por aquellos que tienen acceso actual a los milsmos. Las prácticas restrictivas de la competencia no son sólo un fenómeno de los mercados decompetencia imperlecta. La militancia es reducida y no crece porque no existen incentivos organizativos que favorezcan ni el crecimiento ni la apertura del partido al resto de la sociedad.
- La actividad del partido tiende a hacerse intermitente. La actividad partidaria es reducida en la vida cotidiana, y el partido sólo se agita en período electoral. Pero lo que resulta funcional en periodo ordinario, la reducción del número de militantes, el cierre y oligarquización de los mismos, el dominio de las cúpulas. se torna disfuncional en período electoral. porque éste requiere un ingente esfuerzo de movilización de masas. Los militantes que no existen enla vida normal no se improvisan cuando llegan las elecciones, y su ausencia debe ser suplida por personal contratado y el uso de los medios de comunicación; en consecuencia, el coste de las campañas electorales se dispara y supone en marcha la máquina infernal de los problemas financieros crónicos, de sus soluciones, de las consecuencias de esas soluciones, de la que se ha hecho mención.
- Aparece un problema estructural de financiación. En el partido de electores no es posible recurrir en gran escala a la financiación mediante cuotas de afiliados, dada la tendencia a la reducción de éstos y su escaso papel social, lo que impide tanto una rigurosa exigencia en el pago, cuanto la obtención de grandes sumas por esta vía. Esa minorción dificulta el uso de los medios de financiación que se reclaman de la afiliación (prensa, fiestas, etc.). Disminución de recursos monetarios propios que se ve acompañada de una caída drástica del trabajo político a título honorario. Y esa caída de ingresos y recursos propios se produce, como se ha señalado, en un contexto que exige inversiones electorales crecientes. Ello impulsa a los partidos a la financiación irregular (bien sea mediante donativos empresariales extranjeros, bien mediante el uso de medios ilegales) y al crecimiento de la financiación pública que si se percibe de forma centralizada, permite a la coalición domimante contar con independencia financiera de los afiliados y la base social del partido.
- El predominio del pragmatismo y 1a edulcoración ideológica han tenido la virtud de restar tensiones a la vida política y a la competencia partidaria, pero a largo plazo tienen un efecto insidioso sobre una función capital del partido: la función programática. Al disminuir la impotancia del discurso ideológico se corre seno nesgo de debtlitamiento de la capacidad de los partidos para producir nuevas alternativas políticas, nuevos proyectos políticos sobre la base de los cuales reconstruir la identidad partidaria, orientar la acción del partido y mediante ésta la de los poderes públicos, y de este modo contribuir a la cohesión del sistema político. La disminución citada, por el contrario, favorece la rutinización primero y el vaciamiento después de las etiquetas ideológicas, el desvanecimiento progresivo de la capacidad de orientación polítca, y una incapacidad creciente para proporcionar marcos globales de referencia en los que encuadrar los nuevos problemas
- Por ello no tiene nada de extraño que el predominio de los partidos catch-all haya constituido el telón de fondo del surgimiento de los «nuevos movimientos sociales» (pacifismo, feminismo, ecologismo, nacionalismo) y, en su estela, de la proliferación de los "partidos de un solo tema". El partido de electores debilita tanto la identificación de partido -consecuencia del debilitamiento de su identidad ideológica-como la red asociativa sobre la que partido reposa; en consecuencia, la capacidad de los para obtener y mantener lealtades y encuadrar a los electores se debilita fuertemente. El sistema de partidos se «descongela". Consecuencia lógica por lo demás: si no tienen consistencia práctica los teóricos marcos globales que encuadran la acción pragmática de los partidos, ¿cómo tachar de irracional, disfuncional o inconveniente la creación de un parttido de los automovilistas, de los agricultores, de quienes están hartos del impuesto progresivo sobre la renta, o delos medioambientalistas?
- La comunicación entre las cúpulas de los partidos y las Administraciones públicas, por un lado, y los electores, por otra, no puede desarrollarse a través de a militancia de los partidos, puesto que éstos apenas funcionan como asociaciones civiles y, en consecuencia, apenas pueden sa-tisfacer las exigencias propias del proceso de comunicación. Tal viene cubierta por los mass media en general y, en por aquellos que o bien tienen una gran penetración y l1egan a gran número de electores(como los electrónicos), o bien tienen un papel decisivo en la formación de la opinión pública (como los grandes diarios nacinnales y regionales). De este modo, la prensa adquiere un papel político relevante al satisfacer una necesidad quede otro modo no podría serlo y. con ello, se convierte en un actor político imprescindible que no es percibido ni se autoconcibe como tal, que acaba compitiendo con los polítiprofesionales y sus partidos en la función de orientación y estructuración del electorado. Por ello nada tiene de particular que las relaciones entre prensa y clase política sean tensas, en especial en aquellos casos, como el español,en que el predominio de los partidos catch all es aplastante y su tradición corta.
En todo caso merece la pena subrayar que tras la revolución de 1989 y la subsiguiente desaparición que el retodel «Soctalismo realmente existente» y la amenaza soviética hacían pesar sobre los sistemas de partidos europeos, se ha producido una avalancha de cambios que dudo mucho que se puedan.
desligar del desconento general respecto del funcionamiento de unos sistemas de partidos definidos por el predomimo de los partidos de electores. Así, el sistema de partido dominante se ha hundido en Japón, Italia y Suecia, y se halla en crisis en España; en la República Federa de Alemania las elecciones territoriales muestran el asentamiento de la derecha radical, el retorno de un movimientoso social reconvertido en partido, como los Verdes, y el surgimiento de partidos de protesta dirigidos específicamente..contra los vicios del funcionamiento de los partidos; en Italia, la corrupción, consecuencia de la asociación de un sistema de partido dominante con alternancia bloqueada, por el control casi absoluto de la Administración pública por las cúpulas partidarias y una construcción nacional incompleta y mal soldada, ha provocado la caída del régimen y la apertura de un proceso de transición de cuyo horizonte nada se sabe. En Francia y en España, el descontento hacia el funcionamiento de un sistema político crecientemente percibido como opaco, ineficaz y conupto, ha incrementado perceptiblemente los sentimientos de alienación respecto de los partidos, etc. .
Si a ello añadimos los efectos de la hegemonia cultural alcanzada a lo largo de la pasada década por el pensamiento individualista neoconservador, la polimorfa crisis de la socialdemocracia y la creciente agudización de las tensiones sociales que es consecuencia inevitable de la ruptura
del "consenso socialdemócrata" en tomo al Estado del bienestar ,la agudización que acentúa pero no crea la actual recesión económica, no parece del todo irrazonable pensar que el tiempo del predominio de los partidos electorales ha pasado, y que se abre otro que viene a exgir una redefinición radical, entre otras cosas, del modelo de partido predominante.
El govern dels partits: la tesi de Michels i els seus crítics.La tesis de Michels, basada en el estudio de un caso paradigmático de partido de objetivos y estructura democráticos, que constituía al mismo tiempo una potente maquinaria política de movilización,
y encuadramiento de masas el SPD, es conocida como la «ley de hierro de la oligarquía». La propuesta teórica de Michels se basa en una perspectiva
organizacional.
En apretada síntesis, la tesis puede exponerse del siguiente modo: la combinación entre un electorado muy amplio y el propósito político de encuadrar a las masas en condiciones de competencia partidaria, obligan a los partidos a constituirse como grandes organizaciones. La transformación cultural que tal fenómeno comporta tiene un impacto decisivo en el funcionamiento de los partidos mismos.
La conversión del partido en una gron organización exige el desarrollo de un fuerte y desarrollado aparato administrativo destinado tanto a servir el trabajo cotidiano del partido, como las campañas electorales. A su vez, ese aparato administrativo exige un personal especializado a suservicio, genera una creciente capa de "permanentes", de burócratas políticos dedicados profesionalmente y a tiempo completo al trabajo políttco y organizativo del propio partido, funcionarios de partido, cuya carrera, espectativas y éxito se identifican con el mantenimiento, crecimiemo y éxito de la propia organización en cuanto tal. Una vez generado el aparato adnúnistrativo y sus servidores, el partído cuenta con una ventaja comparativa decisiva sobre sus competidores, que la competencia entre partidos hace efeci
va. Lo que se traduce en una tendencia progresiva a la imitacíón del modelo por los demás partidos.Además, en cuanto gran organización, el partido necesita de una capa de políticos profesionales. dedicados a tiemppo completo y con carácter profesional a las tareas de dirección
política, los cuales, a su vez, gozan de ventajas comparativas respecto de sus competidores amateurs en la lucha por el control de la organización. De este modo, el partido-gran-organización genera una dirigencia profesional y una burocracia política.
Como el partido debe tener éxito y el cambio organizativo lo favorece, los militantes tienden a otorgar su confianza a las personas que a sus ojos representan el partido, es decir, la dirigencia profesional y sus servidores burocrático-políticos. Los procedimientos democráticos constituyen el canal mediante el cual esa confianza de la base se deposita en la dirigencia profesional. Los mli1tantes tienden en consecuencia, a reelegir sistematicamente a los profesionales para los cargos directivos del partido que de este modo se perpetúan como capa o clase dirtgente en el
poder. Las consecuencias del proceso resultan obvias(...)
Las críticas a la obra de Michels transcurrieron primariamnte sobre una base filosófica: se repudiaba el análisis de Mtchels en razón de su carácter determinista. Se reprochaba al autor profesar una suerte de determinismo organizacional. Este lipo de críticas coincidían en señalar que el autor alemán señalaba correctamente unas tendencias al desarrollo de la organización, pero que las en cuanto tales tendencias, podían ver su alcance reducido por la necesidad del partido de seguir contando con el apoyo de los militante.. y, sobre todo, con la necesidad de conservar, y si fuere posible incrementar tanto su control sobre el "territorio de caza" del partido como sobre el electorado en general. En pocas palabras, lo que se reprochaba al análisis de Michels no era tanto el haber registrado la tendencia de los partidos a la oligarquía,cuanto no haber visto en la dinámica de los partidos otra tendencia que ésa. La posición de Duverger al respecto, con su preocupada observación final acerca de la posible inadecuación de la democracia a las condiciones de la sociedad industrial. exime de ulterior comentario.
La crílica más dura a la tesis de Michels vino del otro lado del Atlántico, con la propuesta de un modelo alternativo de explicación que tenía por referencia no tanto la socialdemocracia
alemana, cuanto las organizaciones estatales y locales de los partidos políticos de Estados Unidos. Es
la propuesta del modelo denominado «estratárquico» de Eldersveld.
El modelo estratárquico se sitúa en la misma óptica que el de Michels: la perspectiva organizacional. El modelo de interpretación parte de la constatación de que el modelo de Michels, que postula la concentración del poder en la cúpula nacional de la organización y el control absoluto de la misma por los profesionales (dirigentes y burócratas-políticos), no se ajusta a la realidad de unos partidos como los
norteamericanos, en los que el nivel nacional de la organización es extremadamente débil, la maquinaria burocrática no conoce el desarrollo típico de los partidos de masas europeos, los retos electorales son enormemente más relevantes -aunque sólo sea por el hecho de tener que enfrentarse al reto de un elevadísimo número de puestos a cubrir-,las condiciones de la lucha política son muy diferentes por la débil identidad ideológica de los partidos, la escasa disciplina partidaria. la fácil penetración del partido por grupos de interés organizados, y el elevado grado de localismo de la vida política americana, favorecida adicionalmente por las reglas electorales.
Sobre la base de una realidad de referencia distinta, Eldersveld propone un modelo de interpretación diferente. Los partidos operan en un medio social del cual extraen los recursos necesarios para poder afrontar la competencia política y la lucha por el poder, lo que se suele entender predominant mente por la lucha por la maximización de los votos obtenidos, dado que éstos son el recurso que permite el acceso y, en su caso, el control de los demás recursos políticos. Para satisfacer esa exigencia de maximizar su impacto electoral y con él el poder alcanzado y disponible, el partido se ve forzado a a un electorado muy com plejo y diversificado, cuando no fuertemente segmentado.
La necesaria adaptación del partido a ese escenario tiene importantes consecuencias internas. Éstas se pueden resumir en cuatro puntos: en primer lugar, las organizacionesdel partido se ven inclinadas a la especialización, dado que ésta les permite controlar recursos externos sectoriales al permitirles recibir el apoyo de grupos particulares de interés y/o segmentos específicos del electorado. En segundolugar; esa tendencia tiende a dificultar, y en último extremo a hacer imposible, la concentración del poder en los niveles directivos del partido; éstos no tienen ni la oportunidadni los recursos necesarios para producir una centralización plena y efectiva y, en consecuencia, a constituirse en único grupo de poder cerrado. En tercer lugar, el poder tiende a concentrarse de manera parcial en una red de núcleos autónomos entre sí, en razón de las oportunidades de capturar y controlar «territorios de caza» concretos y con ellos, de las parcelas de poder correspondientes, núcleos cuyo apoyo es imprescinclible para obtener éxitos electorales en los escenarios políticos de mayor amplitud (elecciones, estatales o federales) y que cuentan, por su base local, con un importante poder de negociación. En cuarto lugar, cada uno de los núcleos de sa red puede tener una dirección oligárquica, pero ésta ve su posición perpetuamente amenazada por la competencia de otros partidos (u otros grupos dentro del propio partido), y sólo puede sostenerse cuando y en la medida en que satisfaga los intereses de los locales, sobre cuyo trabajo, en buena parte voluntario, reposa la capacidad de actuación de los líderes locales.
El resultado final es un modelo del poder difundido a lo largo de todos los niveles de la organización, un modelo más abierto y permeable que el de Michels y en el que la influencia de los electores, los afiliados y las organizaciones líderes locales, es considerablemente mayor.
Si el modelo de Eldersveld es susceptible de una crítica sim1lar a la que puede hacerse del modelo michelsiano a saber; su etnocentrismo, hay que anotar que en la medida en que los partidos polflicos europeos han ido desplazándose del modelo de partidos de masas tradicionales al modlo de partidos de electores, su capacidad explicativa se ha visto incrementada. De tal modo que el estándar dominante en la literatura, poco atenta al enfoque organizacional en las últimas décadas, consiste en una combinación pragmática de ambos enfoques.
La construcción de Panebianco o el retomo a la teoría de la organizaciónEl modelo interpretativo de Panebianco supone una vuelta al enfoque organizacional, esta vez utilizando un instrumental teórico en buena medida tomado de la teoría de la organización. El punto de partida es el dato innegable de que todos los partidos políticos importantes de las democracias constituyen grandes organizaciones, cuya pertenencia es voluntaria. De ello se sigue que todos los partidos
relevantes tienen una estructura interna de carácter jerárquico,debida tanto a razones técnico-organizativas, como a la necesidad de establecer sistemas de diferenciación de estatus, a consecuencia de las cuales se establece una diferenciación entre los miembros y la formación de un grupo o núcleo dirigente. El núcleo dirigente trata de obtener una participación diferente y controlada de los demás miembros mediante dos vías: de un lado, distribuyendo incentivos; del otro, mediante la manipulación del conjunto de los recursos organizativos (financiación, reclutamiento, conrol de la comunicación y de las relaciones con el entorno, control sobre la interpretación y aplicación de las normas internas
y competencia).
La cúpula no puede, no obstante, obtener un control absoluto, total, de la organización. de un lado porque no tiene el control del entorno del otro porque tampoco tiene un monopolio completo de los recursos organizativos. La existencia de una pluralidad de áreas de incertidumbre, y de una pluralidad de posiciones de control de los diversos recursos organizativos, impiden asimismo que la dirigencia sea monolítica. El partido está siempre dominado por una oligarquía fragmentada en la que obtiene una posición más fuerte una «coalición dominante".
La principal limitación proviene, no obstante, de la necesidad de legitimidad que tiene toda organización, y, con mayor motivo, la que reposa sobre una adhesión voluntaria. La legitimiad de los dirigentes depende de su capacidad de suministrar a los miembros bienes públicos y bienes privados, los primeros esencialmente en la forma de incentivos de identidad, los segundos en la forma de incentivos selectivos. La necesidad de legitimación exige, pues, de un lado, cierto grado de éxito, del otro credibilidad en razón de la lealtad a los fines ideales del partido. Si fallan unos u otros (con mayor motivo si fallan ambos), la respueta es la revuelta de las bases y la desaparición de la organización o la formación de una nueva "coalición dominante".
La consolidación organizativa pasa por la instilucionalización, definida por la complejidad organizativa y desarrollo y difusión de la lealtad a la organizaación. La institucionalización hace que el partido tenga un mayor grado de autnomía respecto del entorno y refuerza su identidad colectiva , en contrapartida vuelve el partido rígido, poco flexible y dificulta las relaciones con el entorno. En todo, caso, al desarrollar redes de intereses y afirmar la identidad del partido, limita la capacidad de acción de la coalición domimante.
Por su parte, la competencia debida a la existencia de elecciones periódicas y libres tiene importantes efectos sobre la dinámica interna; de un lado, opera como un test periódico de la capaciad
del partido para afirmarse a sí mismo y, en su caso, mediante la adquisición de posiciones de
poder, aumentar la disponibilidad de incentivos selectivos.
El orden no es casual; en contra de lo predicado por el modelo económico neoclásico de Downs, el partido no es una empresa que busque prioritariamente la maxirnización desus sufragios para obtener mayores parcelas de poder. Ellosucede si i solo si , el crecimiento no produce en el partido tensiones que la cúpla y los filiados perciban como peligrosas para la orgamzación; si, y sólo si, el éxito electoral
no pone en riesgo ni la estabilidad de la coalición dominante, ni su legitimidad, que deriva en buena medida de su confomidad (o no desconformidad abierta) con los fines e ideales que determinan la identidad de la organización. En caso de conflicto entre la estabilidad interna y el éxito externola cúpula se inclina (o ve forzada a inclinarse) por la primera.
(...)Panebianco considera que la política del partido la hacen los políticos, no los funcionarios. El reducido papel de los funcionarios se debe tanto a su extracción como a su posición; nrmalmete el funcionario político carece de oportunidades económicas alternativas (...) Los funcionarios políticos tienden a desarrollar pautas conformistas al ser débil su posición negociadora; normalmente carecen de alternativa creíble. (...) En la política moderna , que se desarolla fundamentalmente en las instituciones públicas y en las campañas ante los afiliados y el resto de la sociedad, en el rostro del partido, la encarnación de sus políticas , actitudes e identidad, lo que les da una posición dominante en la administración de los recursos administrativos. Por lo que toca a los expertos, como portadores de la competencia, tien fácil acceso a oportunidades económicas alternativas que bien pueden ser más atractivas (y frrecuentementelo son) y el partido no es para ellos un sistema preferente de mobilidad social ascendente.
El resultado final del análisis situa el modelo de Panebianco en una posición intermedia entre Michels i Eldersveld. Coincidiendo con el primero que el gobierno de los partidos coincide
de facto en una ologarquía que se recluta esencialmente por cooptación, se separa del mismo en su hincapié en la dependencia de las cúpulas respecto de las bases y del electorado y en la virtualidad limitante de la capacidad de maniobra de auella que esa dependencia genera; disiente abiertamente en la descripción de la "coalición dominante". O lo que es lo mismo, subraya en posición no demasiado distante de Elderveld, que la cúpula no puede alcanzar el control total y que en cierta medida, esa cúpula no es más que un gupo de élite que està sometido a la competencia actual y potencial de élites alternativas, de grupos que, al controlar desigualmente los diversos recursos organizativos, tienen una posición de poder en la organizació. De un grupo de élite internamente diverso y cuyos intereses no son necesariamente coincidentes.